Autor: Puigros, Adriana.
Lugar de edición: México
Editorial: Alianza
Año: 1990
Páginas: 190
ISBN 968-39-0300-2
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Educación y política en el fin de siglo
latinoamericano
La relación entre la educación y la política se ha
puesto de moda. La preeminencia de las categorías políticas en los análisis
pedagógicos juega hoy el mismo papel que en otros momentos desempeñaron las
categorías filosóficas, sociológicas o económicas.
A la educación, todas las
corrientes idealistas la han incluido, de una u otra manera, en el terreno de
la filosofía, subordinándola al estudio de los valores, los fines y la
normativa. Los discursos marxistas dudaron en considerar la un reflejo o una
manera de ser de la ideología, un instrumento del Estado para la reproducción
del orden social o una extensión de los mecanismos reproductores de la
estructura de la sociedad.
En ninguna de las posiciones
mencionadas se definen los problemas específicos de la educación, lo cual
colabora en la subordinación práctica de los programas educativos a finalidades
puntuales de tipo político, ideológico o económico.
Las derrotas sufridas por la
estrategia de las izquierdas latinoamericanas en países como argentina,
Uruguay, Chile y Brasil, y el decrecimiento del interés de los estudiantes y
docentes de todos los niveles del sistema educativo por la política,
caracteriza la década de 1980.
La universidad pública carece de
interés para los gobernantes y el esquema pedagógico neoliberal es enarbolado
por los otrora más acérrimos defensores del papel docente del Estado y del
carácter nacional y popular de la educación, como cabe al nacionalismo popular.
Más allá del caso argentino, el
triunfo del neoliberalismo es un hecho en la educación latinoamericana de esta
década.
El educacionismo liberal y el
educacionismo desarrollista chocaron con una realidad ineludible: la
verificación de que la existencia jamás lograda de burguesías nacionales con
voluntad política y conciencia de clase era una condición para sostener su
hipótesis. Los nacionalismos populares que lograron crear gérmenes de
pedagogías neohegemónicas, resolvieron una a una sus contradicciones con el
otrora enemigo imperialista, transformando lo contradictorio en distinto y
susceptible de articulación. Los nacionalismos populares han sido finalmente
incapaces de romper con las más
profundas condicionantes del pasado sobre las sociedades. Hoy, ante la crisis
del Estado, no son capaces de crear paradigmas político-pedagógicos superiores,
en tanto que las izquierdas, que no los comprendieron en el momento oportuno
yacen confundidas en plena crisis de identidad.
En momentos de carencia teórica
tan profunda que hoy vivimos, uno de los síntomas de la crisis es una vuelta al
localismo y una fragmentación de los lazos político-culturales que mantuvieron
a las masas populares articuladas al Estado. Hoy existe una descentralización
privatizante y la concentración paulatina de las partes más rentables del
sistema educativo estatal en instituciones para élites. Otro de los síntomas de
la crisis es la pérdida del sentido histórico. Existe una real pérdida de la
memoria, que incide en la formación de una juventud sin lazos culturales
concientes con su pasado y por lo tanto, sin la perspectiva necesaria para
proyectar su futuro. Los valores, los fines, las idealizaciones parecen no
haber dejado rastros en los discursos pedagógicos actuales.
De lo que se trata
es de escuchar las preguntas más frecuentes y aparentemente más sencillas de
los estudiantes, de los padres y de los maestros. Tal vez descubramos que son
nuestras propias preguntas las que, al carecer de respuesta, hemos llenado con
palabras huecas.
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